Las mejores empresas son las más competitivas, y esto se consigue con un mayor tamaño y dimensión, con una gestión innovadora y con la apuesta por las nuevas tecnologías.
El dimensionamiento de una compañía es necesario para adaptarse al mundo actual. Un mundo en el que la innovación tecnológica, la digitalización y la internacionalización exigen cada vez más competitividad entre las empresas.
Si consideramos el empleo generado como el principal factor de clasificación de las empresas por su dimensión, ya de por sí es una gran razón para hacer crecer una compañía.
Pero hay más. Las grandes empresas son las que registran una mayor productividad por hora de trabajo, son las empresas que más exportan, las que llevan a cabo más inversión en I+D y las más innovadoras.
Además las empresas más grandes tienen un mayor índice de supervivencia y una mayor adaptación a los cambios del entorno.
En el aspecto financiero, la mayor dimensión origina economías de escala, que permite abaratar costes y aumentar la eficiencia productiva, y también economías de alcance, debidas a la producción de diferentes líneas de productos intermedios o finales.
Además, una mayor dimensión empresarial mejora el acceso a la financiación. Tener crédito en buenas condiciones es clave y cuando más grande es una compañía más fácil, y generalmente en mejores condiciones, es su acceso a los préstamos.
Hemos enumerado algunas de las ventajas económicas del dimensionamiento, pero nos encontramos también con que las empresas grandes pueden ofrecer a sus trabajadores mayores posibilidades de promoción, y desarrollo de su actividad profesional.